5 lugares que no puede perderse en Transilvania
Con fácil acceso desde Bucarest, Transilvania es la región más visitada de Rumanía. Es, de hecho, una región repleta de preciosos pueblos y lugares de gran relevancia histórica que vale la pena descubrir. Además del famoso castillo de Bran (popularmente conocido como «castillo de Drácula»), que catapultó a la región a la cima del turismo europeo, le presentamos 5 atracciones que no debe perderse en Transilvania. Tanto solo como con amigos o en familia, y es que a los niños les encantarán los palacios y castillos.
En verdad, la iglesia fortificada de Prejmer siempre tuvo una misión muy exigente: al ser la aldea sajona más oriental de Transilvania, era frecuentemente objeto de ataques enemigos. Por ello, debía soportar más asedios que la mayoría de las otras fortalezas de la región. Y resistió. Absolutamente imprescindible.

Desde la plaza Sfatului —punto neurálgico del centro histórico de Brasov— hasta la imponente iglesia Negra; desde la Strada Sforii —de la que dicen que es la calle más estrecha de Rumanía— hasta la preciosa iglesia de San Nicolás; pasando por el aledaño monte Tâmpa o el tranquilo Lacul Noua, la vedad no falta qué hacer en Brasov. Es un destino absolutamente recomendable, para ver preferentemente con tiempo.

Sighișoara es, muy probablemente, la ciudad más bonita de Transilvania. No hay otra forma de decirlo. Su ciudadela, salida de un cuento de hadas medieval, es absolutamente encantadora. Porque es pequeña, bonita y está bien cuidada. Y, ante todo, tiene alma.
Sí, el centro histórico de Sighișoara no es un museo al aire libre, desnudo e inodoro. Al contrario, es un lugar habitado por gente al que todas las mañanas llegan niños que van a su escuela, originarios incluso de la parte baja de la ciudad.
Como curiosidad, Sighișoara es también la ciudad natal de Vlad Dracul, que dio origen al personaje literario del «conde Drácula», creado por Bram Stoker.

Por su tamaño —tercera mayor ciudad de Transilvania—, Sibiu podría haber perdido el encanto típico de las ciudades medievales de Transilvania. No es, felizmente, el caso. Tal vez por ser uno de los centros universitarios más importantes de Rumanía, la vieja Sibiu no es una ciudad de fachada. Tiene alma. Es una ciudad consagrada a las artes, con una cultura vibrante que rezuma creatividad. Y ello la hace fascinante.
Si ya se había sentido hechizado por la belleza de la pequeña Sighișoara, Sibiu es todavía más especial. ¡Absolutamente imprescindible!

Posee más de 160 habitaciones distribuidas a lo largo de 3000 m2 edificados. Es imponente, gigantesco y ofrece mucha diversidad. Una de las grandes riquezas de Peleș es la diversidad de estilos decorativos usados en el interior del palacio, y muchas de sus estancias se han inspirado en distintas culturas del planeta. Como una sala de inspiración turca, para fumar en pipa de agua. Un punto de parada obligatorio en cualquier ruta por Rumanía.