Las Siete Colinas de Lisboa
Hagamos un paseo por la avenida de la memoria para ir al fondo de la cuestión: la primera referencia surge en el siglo XVII, en «O Livro das Grandezas de Lisboa». El título resume la obra, en la que fray Nicolau de Oliveira describe la ciudad al detalle.
Las siete grandiosas —São Jorge, São Vicente, São Roque, Santo André, Santa Catarina, Chagas y Sant’Ana— son visibles a la llegada a Lisboa por el Tajo. Pero el fraile portugués se olvidó de una: la de Graça, la más alta de la ciudad, solo cubierta por el castillo de São Jorge.
La verdad es que el olvido acabó por resultar muy conveniente en la época: siempre era mejor tener algunas semejanzas con la leyenda de la creación de Roma que una colina de más…
São Jorge
Según el libro, donde Graça queda fuera del recuento, esta es la más alta de la ciudad. En lo alto se encuentra el imponente castillo de São Jorge, en el que se cree que apareció el poblado que dio origen a Lisboa.
Esta fortaleza resistió años de batallas: en 1147, los caballeros de Alfonso Enríquez, primer rey de Portugal, embistieron contra las murallas durante tres meses para reconquistar Lisboa a los moros.
En modo de agradecimiento al santo patrón de las cruzadas, le dedicaron el nombre del castillo. Actualmente, su área ocupa el barrio de Mouraria, del Castelo , y una pequeña parte del barrio de Alfama.
São Vicente
Es uno de los santos más carismáticos de la capital. Con su historia viene la de los cuervos que acompañaron el viaje de su cuerpo hasta Portugal. Desde Valencia a Lisboa, uno de los guardianes con alas lo acompañó en la popa y el otro en la proa. Tal es la importancia de esta leyenda en el imaginario portugués que fue adaptada al escudo de la ciudad.
En este punto alto podrá visitar el barrio de Alfama y el convento de São Vicente de Fora, erigido en el lugar en el que tiempo atrás existió un templo de homenaje al mártir.
Sant’Ana
La colina más central, definida por los cauces de los antiguos arroyos de Arroios y Valverde, que dieron lugar a la actual avenida da Liberdade.
En el siglo XIV, el rey don Fernando ordenó levantar una muralla que condicionó la construcción de casas y de los monumentos a su alrededor.
Después del terremoto de 1755, que destruyó gran parte de la ciudad, algunos edificios fueron recuperados, y de esa época sobrevive el Hospital de São José. Por causa de los hospitales, la elevación pasó a ser conocida entre los habitantes como la «colina de la salud».
Santo André
Se cuenta que don Alfonso Enríquez aprovechó su posición estratégica para instalar allí las tropas durante la Reconquista.
Puede seguir la inclinación desde Graça hasta la calzada de Santo André. En un paseo por la zona, las miradas más atentas encuentran vestigios de algunas de las casas y palacios construidos hace siglos allí.
Chagas
La enorme subida hasta llegar al largo do Carmo pasó a ser así conocida con motivo de la iglesia erigida por los marineros que hicieron la ruta de la India. La iglesia de Chagas rinde homenaje a las heridas de Cristo y representa las dificultades que atravesaron los hombres hasta llegar a su destino.
Santa Catarina
Caminando desde el largo Camões hasta la Calçada do Combro, en su punto más alto está situado el Museo de la Farmacia y el mirador de Santa Catarina, también conocido como Adamastor. En el centro encontramos una estatua del mítico gigante mencionado por Luís de Camões en Os Lusíadas.
En lo que respecta a la historia de la santa, fue una mártir con una vida curiosa: también conocida como Catalina de Alejandría, fue una notable intelectual de inicios del siglo IV que sufrió a manos del emperador romano Maximino Daia por haberse convertido al cristianismo. Con su poder de argumentación, fue capaz de convertir a la mujer del emperador y a algunos de sus guardias de prisión.
São Roque
Aquí se encuentra el famoso Bairro Alto. En lo alto, encontrará uno de los miradores más bonitos y más visitados: São Pedro de Alcântara.
Poco antes de llegar al mirador, una gran plaza alberga la iglesia de São Roque. Este es el santo patrón de los inválidos y de los cirujanos, y ha sido santificado por su ayuda a los que sufrieron la gran peste negra del siglo XIV, que acabó asimismo con su vida.