10 Básicos de Salvador de Bahía

En su pulso, a medida de Bonfim, y la promesa de que al menos uno de sus tres deseos se realizarán. En el alma, la bendición de todos los santos que viven en las aguas de la bahía.

1. Breve historia

En 1501, un año después de que Pedro Álvares Cabral hubiese descubierto Brasil, el navegante Gaspar de Lemos, acompañado por Américo Vespucio, llegaba a la Bahía de Todos los Santos. Le llamaron así por que llegaron allí el 1 de noviembre.

Esta bahía —la segunda mayor del mundo— estaba habitada por indios tupinambáes. Alrededor de 1509, Diogo Alves Correia, superviviente del naufragio de un buque francés, sería el primer europeo en casarse con una nativa. El poblado —hoy en día Vila Velha— en el que se asentó era un puerto estratégico para los buques de paso.

Por orden de Juan III de Portugal, se implantó un sistema de capitanías hereditarias que no prosperó. El rey portugués designó entonces a Thomé de Souza como Gobernador de Brasil. El portugués desembarcó en Porto da Barra en marzo de 1549 y ordenó edificar la ciudad fortaleza de San Salvador de Bahía de Todos los Santos. Durante dos siglos (hasta 1763), Salvador fue la capital de Brasil y de la América Católica.

Es imposible hablar de esta región sin mencionar el tráfico trasatlántico de esclavos, que empezó en el siglo XVI con la expansión portuguesa en la costa africana. Las primeras noticias de africanos en Salvador datan de 1550. Se sabe que procedían sobre todo de la costa occidental africana. Eran traídos a Brasil para trabajar en las plantaciones de la Bahía de Todos los Santos y en las minas de oro.

Los africanos dieron a la cultura brasileña alegría y musicalidad. O, como notó Gilberto Freyre, «un modo cantado y dulce de hablar. Y sazonaron la culinaria bahiana». La esclavitud fue abolida por la Ley Áurea en 1888. Actualmente, Salvador es la ciudad más negra del mundo fuera del continente africano.

 

2 — O que é que a baiana tem… (¿Qué tiene la bahiana?)

Las coloridas calles del centro histórico de Salvador huelen a aceite de palma. Incluso con los ojos cerrados conseguimos llegar al puesto de acarajé de la bahiana instalada en el Terreiro da Cruz. Un perfume que abre el apetito, que es la base de la culinaria bahiana y que alimentar a las divinidades del candomblé.

La riqueza de la cocina local — que podrá conocer mejor en el Museo Gastronómico — es el resultado de una combinación feliz entre los llamados ingredientes de la tierra (locales), del reino (de Portugal, Europa y continente asiático) y de la costa (procedentes de la costa africana). De esta espina dorsal nacen las moquecas, los ensopados, el vatapá y el caruru. El festín no acaba sin que antes comamos los reyes de la cocada preta, el quindim de Yáyá, baba de moça o el delicioso bolinho de estudante.

 

Senac

Allí debe empezar la clase de cocina. Empezamos por el abará, igual al acaraje, pero cocido en vez de frito. Probamos el carucu, una sabrosa pasta de quimbombó, y las moquecas de pescado, calamar y bacalao. Poco espacio nos queda ya para el xim xim de gallina, la maxixada, la feijoada y el pirão. Praça José de Alencar, nº 13/19

O Cravinho — Casa de Cachaça

«El» lugar para beber cravinho (cachaza, clavo, miel y limón), que el dueño dice ser antigripal. También sirve aperitivos bahianos. Terreiro de Jesus, 3 \\\ ocravinho.com.br/

Coliseo

Ruben Carvalho dice que «la comida bahiana es la más natural del mundo». Nosotros podemos garantizar que la carne, asada en el momento, era con toda seguridad la más tierna. Asistimos a un espectáculo de folclore bahiano con derecho a baile de orixás, puxada de rede, xaxado, maculelé, capoeiristas excelentes y samba de roda. Cruzeiro de São Francisco, 9 – 13 

UaUá

Uauá es una ciudad del Sertão de Bahía y también un restaurante en el que la moqueca de pescado es excelente. La carne de sol con mandioca frita no se queda atrás. Rua Maciel de Baixo, 36  \\\ (71)3321-3089

Camafeu Oxossi

Está en el Mercado Modelo mirando hacia la bahía. La casquinha de siri y la feijoada estaban deliciosas. Praça Visconde de Cayru, 250, Mercado Modelo

Cuco Bistrô

Abierto desde las pasadas aguas de marzo, Cuco mezcla cocina mediterránea con platos regionales, lo que resulta en manjares que sorprenden al paladar. Acepte la cachaza casera al final. Largo do Cruzeiro de São Francisco, 6

Acarajé da Cira

Para comer el mejor acarajé tendrá que ir al puesto de Cira, en Itapuá. Este es un bollo típico de Bahía, frito en aceite de palma y abierto por la mitad tipo sándwich. Dentro lleva vatapá, ensalada de tomate y cebolla y gambas secas. Otra delicia difícil de superar es el bolinho de estudante que comemos a continuación. Rua Aristides Milton, Itapuã

 

3 — Tudo, tudo na Bahia faz a gente querer bem...

Como canta Bethânia «a Bahia, estação primeira do Brasil» (Bahía, estación primera de Brasil) es la cuna de la música popular brasileña. Y Salvador canta en las curvas de la mulata que «tiene candomblé en su zapateado». A Gilberto Gil, Bahia le dio «régua e compasso» (regla y compás), mientras que a todos nosotros nos dio samba, bossa nova, carnaval y también axé, forró, reggae, afoxé y olodum. Dorival Caymmi encontró en la Baixa dos Sapateiros “a Morena mais frajola da Bahia” (la morena más elegante de Bahía).

Esta «terra da felicidade» es cantada por los Novos Baianos en «Brasil Pandeiro» y otras canciones. En el fértil suelo bahiano nacieron músicos y cantantes como Dorival Caymmi, João Gilberto, Tom Zé, Gilberto Gil, Caetano Veloso, Maria Bethânia, Gal Costa, Daniela Mercury e Ivete Sangalo, entre muchos otros.

Vinicius de Moraes inmortalizó en canción la playa de Itapuã. El poeta tenía también el deseo de haber nacido del vientre de la Mãe Menininha (madre niña). Del Terreiro do Gantois, la madre de santo más reverenciada de Salvador recibió el homenaje de Dorival Caymmi. Más dedicada a los placeres terrenales, «Maria Caipirinha», de Carlinhos Brown, puede ser vista como la biografía de muchas bahianas.

Hay quien primero conoce este territorio mágico a través de las canciones y, una vez allí, mirando aquella inmensa bahía, reconoce lugares que desde hacía mucho formaban parte de un invisible mapa musical. Haciendo nuestras las palabras de Gilberto Gil: «É o azul que a gente fita/ No azul do mar da Bahia/ É a cor que lá principia/ E que habita em meu coração» (Es el azul que miramos/en el azul del mar de Bahía/es el color que allí se inicia/y que habita en mi corazón).

 

4 — Salvé meu orixá

En 1937, cuando Jorge Amado escribió Capitanes de la arena, las religiones de origen africano estaban prohibidas y los cultos eran realizados en patios secretos por los esclavos recién liberados. Blancos, negros, mulatos, los protagonistas de la historia eran protegidos de la madre de santo Don’aninha y del sacerdote José Pedro. La trama sintetiza la relación que el bahiano tiene con la religión.

Profundamente religioso, no vuelve la espalda al catolicismo, pero no descuida en las ofrendas a sus orixás, divinidades que personifican las fuerzas de la naturaleza. Poblada por patios que se remontan al tiempo de la esclavitud, Salvador es la capital del sincretismo, donde varias creencias viven en perfecta armonía. Durante siglos, el catolicismo fue impuesto a los esclavos, y estos se vieron obligados a conseguir una correspondencia en los santos católicos.

A partir de los años 60 surge un movimiento de artistas e intelectuales que traen a la música estos ritmos africanos. A través del «Canto de Ossanha», Baden Powel y Vinicius de Moraes ayudaron al candomblé a ser aceptado en Brasil y fuera de sus fronteras. Hoy en día, los paquetes turísticos incluyen ceremonias de candomblé e incluso visitas a una madre de santo que echa las conchas.

 

5 — Rodar a baiana

«Bahiano no nace, se estrena; no muere, sale de escena». La frase es de Nizan Guanaes, gurú del marketing bahiano y uno de los brasileños más influyentes del mundo.

Ser bahiano es un estado de espíritu bien descrito en la frase «Sonría, está usted en Bahía», que los vendedores de cintas de Bonfim nos repiten. Roberto Carlos, historiador, dice que «en Bahía todo es posible. La prostituta participa, el gigoló se enamora. Es la tierra de Peter Pan». Y asegura que el «bahiano, cuando no está de fiesta, está ensayando». Una cosa es cierta, los bahianos parecen dormir muy poco. La mayor parte de las personas con las que nos cruzamos se levanta alrededor de las cinco de la mañana para hacer deporte, tai-chi, pasear a su perro o dar un chapuzón en el mar. Toman tranquilamente el desayuno y se van a trabajar.

Por la tarde, salen del trabajo y se sientan con los amigos alrededor de un refrigerio o de una cerveza. En Salvador hay días específicos para ir hasta las calles de Pelô, como el martes de bendición, una tradición del siglo XVIII en la que se bendicen los panes de San Antonio. En la iglesia de Rosário dos Pretos tiene lugar, a las 18 horas, una misa afrobahiana que incluye los instrumentos usados en los patios de candomblé.

La fiesta hace mucho que superó el sentido religioso. Las plazas del centro histórico, con nombres de personajes creados por Jorge Amado, se llenan de música y de gente que busca contaminarse de axé (energía buena) y que solo existe en Bahía.

 

6 — Bahía cristiana

Cuenta la gente que hay 365 Iglesias en Salvador de Bahía. Según los datos de la archidiócesis de Salvador, hay 9 más. Dorival Caymmi porfiaba que eran 365, una para cada día del año, y fue ese número el que permaneció en el folclore bahiano. Independientemente de cuántas sean, es imposible ignorarlas, a ellas y a sus historias. Una de las más fascinantes es la iglesia de Conceição da Praia, construida con piedras originarias de Portugal y montadas en la Cidade Baixa.

 

Basílica de Conceição da Praia

Es una de las primeras construcciones de la Cidade Baixa. De la autoría de José Joaquim da Rocha, fundador de la escuela bahiana de pintura, el techo de la nave exhibe increíbles nociones de perspectiva. Su interior es la primera demostración completa del barroco de D. João VI en Brasil. Deténgase también en el altar de plata y oro blanco.

 

Iglesia de Senhor do Bonfim

Es el resultado de la promesa cumplida por un capitán de Setúbal agradeciendo que el viaje había llegado a buen fin. La réplica del santo vino de Portugal, y la iglesia fue construida entre 1746 y 1772. Desde el siglo XVIII, los antiguos esclavos vienen a lavar el atrio y las escaleras de la iglesia. La práctica empezó con los preparativos para la fiesta del Señor de Bonfim (que tiene lugar el segundo domingo de enero), y hoy en día es la mayor manifestación popular de la ciudad después del carnaval.

Este ritual se separó de las festividades católicas y tiene lugar el segundo jueves de enero, ya que los adeptos del candomblé empezaron a identificar al señor de Bonfim con el orixá Oxalá. Vestidas de blanco, las bahianas caminan 8 km desde la iglesia de Conceição da Praia hasta el atrio de Bonfim con água de cheiro (hojas perfumadas maceradas en agua). La fiesta se va apagando al son de tríos eléctricos.

 

Iglesia de Nossa Senhora do Rosário dos Negros

En tonos de azul, al fin de la ladera de Pelourinho, esta iglesia fue hecha para el culto de los esclavos, fundada en 1685 por una de las primeras cofradías de libertos de Brasil. Marco de la arquitectura colonial y rococó, aquí podrá asistir a una misa seguida de la profesión en la que Nossa Senhora do Rosário, la santa blanca, es adorada por los negros. La cultura africana contaminó las tradiciones de la homilía, el coro está acompañado de batucada y la oración de los santos da gracias a los orixás.



Catedral Basílica

En el Terreiro de Jesus se encuentra la catedral. Esta fue en tiempos un colegio de jesuitas. El edificio recuerda a una carabela de cabeza hacia abajo. La fachada está toda ella hecha de mármol importado de Portugal. «Las ideas del Padre António Vieira eran más fecundas aquí”, asegura el historiador Roberto Carlos.

Iglesia y convento de San Francisco

«Pobre por fuera y rica por dentro» así es como se conoce a la iglesia de San Francisco, que ostenta 730 kilos de oro y es una de las expresiones máximas del barroco brasileño. En su interior hay media tonelada de tallas del mineral que hizo de Brasil el país de las oportunidades. El techo tiene una perspectiva de José Joaquim da Rocha protagonizada por la Virgen María.

El claustro está cubierto por 136 paneles de azulejos inspirados en el libro Teatro moral de la vida humana "sería para catequizar a los analfabetos." Mira para el altar de Santa Ifigenia, el primer negro en ser canonizada, y San Benito, el otro santo negro que lleva en su regazo a un niño blanco.

 

Tercera orden de san Francisco

Vecino de la iglesia y convento de San Francisco, el claustro sorprende cuando nos encontramos con un panel de azulejos que nos retrotrae a la Lisboa anterior al terremoto de 1755 y también al desfile de la boda del rey don José. La fachada manierista es única en todo el país y está considerada como una de las principales referencias del Barroco de Brasil. Hasta el siglo XX estaba tapada por mortero y fue encontrada por casualidad por un electricista.

 

Iglesia de Nossa Senhora da Conceição da Lapinha

Data de finales del siglo XVII. Es la única iglesia de estilo neomozárabe de Brasil, estilo adquirido ya en el siglo XX. Desde el largo da Lapinha sale el desfile Dos de Julio, día de la independencia de Bahía, en 1823. El desfile atraviesa el centro histórico. Desfilan los caboclos y hay una sátira política hecha a través de carteles, vestimenta y canciones.

 

7 — Pelô y otros barrios

Es la principal tarjeta postal de la ciudad y, desde 1985, Patrimonio Mundial de la Humanidad. Al haber sido construida como las ciudades medievales, recuerda a una ciudad amurallada portuguesa, pero con una inyección de color. Lleno de caserones, el Pelourinho (Pelô) fue hasta el siglo XX el centro comercial y administrativo de la ciudad. Este es el barrio en que con toda seguridad existen más iglesias barrocas por metro cuadrado. Subimos en el ascensor Lacerda —que une la Cidade Baixa a la Cidade Alta— «la manera más rápida y barata de subir en la vida del bahiano».

El paseo y las historias empiezan en la Praça Municipal, donde están situados el Palacio Rio Branco, el ayuntamiento (1549), la casa consistorial —diseñada por el arquitecto carioca Lelé— y el ascensor que nos trajo, en funcionamiento desde 1873.

En la praça da Sé pasamos por la estatua de Pedro Fernandes Sardinha, el primer obispo de Brasil, que «cobraba caro para perdonar los pecados». Su historia no tuvo un final feliz. Fue comido por los indios. Mejor suerte tuvo su sucesor Pedro Leitão. «A los indios no les gustaba la carne de cerdo», bromea Roberto Carlos. En la Ladeira do Pelourinho paramos en la puerta que corresponde al número 68. Aquí escribió Jorge Amado Suor, Quincas Berro D’Água y Dona Flor. Y he aquí que nos encontramos finalmente en la plaza más famosa de la ciudad, el lugar donde los esclavos eran castigados y vendidos.

En un caserón está la Fundación Jorge Amado. Aquí fue donde Michael Jackson grabó parte del vídeo «They Don’t Care About Us». La canción se convirtió en un himno contra la injusticia social. Hoy en día, la tienda que prestó el balcón al cantante es todo un éxito. Puede incluso fotografiarse al lado de un Michael Jackson de cartón.

 

Rio Vermelho

El barrio de Rio Vermelho es una zona residencial considerable y era el escenario de encuentro entre los  intelectuales bahianos a principios del siglo pasado. Aquí se concentra la intensa vida nocturna de la ciudad, entre botecos con samba, bares de jazz y restaurantes con mucho estilo. A orillas de la playa está la iglesia de Santana, que tiene como vecina la Casa do Peso, mantenida por pescadores y donde se hace el culto a Yemanjá (la  diosa del mar).

El 2 de febrero, la fiesta que le dedican empieza a las cinco de la mañana. En barco se llevan ofrendas que se tiran al mar. Los diversos grupos de candomblé de la ciudad vienen hasta aquí con sus batuques a glorificar a uno de los principales orixás.

 

Cidade Baixa

En la Cidade Baixa, las grandes atracciones son el Fuerte de Monte Serrat y la Punta de Humaitá, un lugar único para ver la puesta de sol. Recuerde que en algunos lugares de Salvador, debido a su situación peninsular, se ve el nacimiento y la puesta de sol en el mar. En las inmediaciones de la avenida Centenário se encuentra el Dique do Tororó. Un pantano drenado por los holandeses en 1624. Hoy en día es una zona de recreo.

La otra atracción son los orixás, de la autoría de Tati Moreno, que parecen caminar sobre el agua. Continuamos hacia Ribeira, donde veraneaban las familias de Recôncavo. En el siglo XVII era un balneario. Pruebe un helado en la Sorvetaria da Ribeira, que dispone de un total de 64 sabores y funciona desde 1931.

Explore la playa de Penha, cuyo reclamo son los restaurantes de marisco. Interrumpa el paseo para conocer la Feira de São Joaquim, un recinto enorme que vende frutas y verduras, animales vivos y muertos, artículos religiosos y artesanía procedente del interior del Estado.

 

Barra

Está a la entrada de la Bahía de Todos los Santos, donde empezó la colonización de la región en 1536. En la década de los 70 del siglo pasado fue el lugar elegido por la contracultura y los tropicalistas para establecerse. Puede visitar el faro de Barra y las playas, e ir parando en las cafeterías o simplemente dar una vuelta por el paseo marítimo, que desde agosto ha visto su tráfico reducido.

Los domingos por la tarde, familias enteras invaden el lugar. Hay comida de calle variada e incluso una feria gastronómica con algunos de los chefs bahianos cada 15 días. El circuito de carnaval Dodô —Dodô y Osmar son los inventores del «trio elétrico» (escenario móvil) — sale desde aquí hacia Ondina. En esta época, varios edificios del paseo —como el art decó Oceania— son alquilados y transformados en camarotes con discotecas y restaurantes.

 

8 — Artes, letras y artesanía

Tierra fértil de talentos, Bahía vio nacer no solo a músicos maravillosos sino también a artistas plásticos famosos: Calanzans Neto, Mário Cravo o Bel Borba. Glauber Rocha rodó aquí «Deus e o Diabo na Terra do Sol», que se convirtió en un referente del Cinema Novo. Natural de la isla de Itaparica, João Ubaldo Ribeiro también la transportó en varios tiempos a su imaginario literario.

Después están los adoptados, como Carybé y Pierre Verger. El primero era argentino de nacimiento, hizo capoeira y frecuentó patios de candomblé. El segundo, fotógrafo francés, desembarcó en Salvador en 1946, donde se mezcló con el pueblo y se convirtió en un estudioso del culto de los orixás.

Destacan asimismo los artistas anónimos cuyas manos producen las piezas que se pueden encontrar en los mercados de la ciudad. Un aplauso a las bahianas que, además de su sonrisa, saben 118 maneras de poner el turbante alrededor de la cabeza.



Fuente de Rampa do Mercado Modelo

En la Cidade Baixa, bastante más adelante del ascensor Lacerda, está la fuente de Rampa do Mercado, de Mário Cravo Júnior. Existe la teoría de que es una reinterpretación de los arcos de la montaña, de las velas de los saveiros (un tipo de barco) y de las torres de las iglesias; y otra más popular que dice que representa las muchas curvas de la mujer bahiana.



Mercado Modelo

Fue la primera aduana de Brasil y hoy en día, en sus 263 tiendas, se puede encontrar encaje, pintura naïf, esculturas, artículos religiosos, cerámica y todo tipo de telas de Bahía.



Instituto Mauá

Aquí encontrará la «Bahía hecha a mano». Asimismo, el instituto realiza cursos de cerámica, bordados y tejido para la comunidad. Más información.



Maria Adair

Esta artista bahiana trabaja la temática de la vida. Empezó en un género orgánico y a partir de la década de los 70 las plantas y animales pasaron a estirarse. Pinta sobre «lienzos, papel, madera, hierro, seda, algodón, juguetes, sillas, mesas, cerámica, bicicletas, piedras, relojes, corbatas y calabazas». Últimamente ha empezado a experimentar puntos de luz en el ordenador. Sus obras pueden ser adquiridas en la galería Paulo Darzé. Maria Adair \\\ [email protected]



Capoeira

Mezcle baile con artes marciales, música y africanidad. El resultado es la capoeira. Una de las expresiones culturales más antiguas de Bahía de raíz africana. La cadencia de la jugada sucede al son de un berimbau. En el fuerte de Santo Antônio Além do Carmo hay ruedas de capoeira todos los miércoles, viernes y sábados a las 19:30.



Prentice de Carvalho

Es el autor de las placas en las que se inscriben los nombres de las calles de Pelourinho. Vale la pena ir a Ribeira, a la Casa de Prentice, para conocer a este artesano bahiano que hace 48 años que pinta en azulejo. La conversación es deliciosa. Empezando por su nombre, «que en inglés quiere decir aprendiz de Dios». Casa de Prentice



Lasbonfim

En pleno Terreiro de Jesus encontramos esta tienda pensada por un hijo de un garimpeiro (un buscador de oro) que, desde joven, conoció el maravilloso mundo de las piedras preciosas. Aquí encontrará desde el diamante en bruto por tallar hasta el tallado. Hay una infinita colección de joyas y se aceptan encargos www.lasbonfim.com.br



Fundación Pierre Verger Galeria

En pleno centro histórico, no se pierda esta galería, en la que encontrará las magníficas fotografías de Pierre Verger, el francés que en Bahía se enamoró de la cultura africana. Pueden adquirirse libros y publicaciones dedicadas al fotógrafo francés.



9 — Siglos de historia(s)

Con casi 500 años, Salvador es un museo al aire libre con más de 70 museos. Desde lo sagrado hasta lo profano, desde las artes hasta la literatura, con mucha África en su corazón.

 

Museo de Arte Sacro de la UFBA

Se encuentra en el convento de Santa Teresa de Ávila, fundado por los carmelitas descalzos en el siglo XVII. Aquí encontrará raras imágenes indoportuguesas y cingaloportuguesas, que llegaron a Brasil en los siglos XVII y XVIII, un considerable acervo de obras de plata que en el siglo XVIII embellecían las iglesias de la capital. Destaca la colección de cuadros del maestro José Joaquim da Rocha. www.mas.ufba.br

 

Museo Afrobrasileño

Aquí se rescata el pasado. Se desmitifica también que lo africano era primitivo. Se pueden estudiar las rutas esclavistas, observar la ropa y peinados de la época o admirar los paneles de madera tallada de Carybé (ver en detalle en el artículo de la revista). www.mafro.ceao.ufba.br

 

Centro Cultural Solar do Ferrão

Situado en la calle que inmortaliza al poeta satírico bahiano Gregório de Matos, aquí podrá conocer la colección de arte popular de Lina Bo Bardi, en especial las «carrancas», que servían para alejar a los malos espíritus.  El edificio  guarda la colección de arte africano de Claudio Masella y la colección de instrumentos del «alquimista del sonido»  Walter Smetak. www.ipac.ba.gov.br/museus

 

Solar do Unhão y Museo de Arte Moderno

En esta típica residencia de la época colonial —caserón, iglesia, ingenio de azúcar y senzala— se encuentra el Museo de Arte Moderno. Es probablemente el único museo del mundo junto a la playa. Vea la puesta de sol en el parque de las esculturas, al lado de trabajos de Bel Borba, Mário Cravo Júnior, Mestre Didi, y Carybé. Entre su patrimonio se encuentran trabajos de Tarsila do Amaral y Cândido Portinari. Más información.

 

Faro de Barra — Museo Náutico de Bahía

Alojado en el fuerte de Santo António da Barra, el más antiguo edificio militar de Brasil (1534), este museo reúne una colección de restos arqueológicos, instrumentos de navegación y otros objetos alusivos al mar. Existe una muestra permanente relativa a geografía, historia, antropología y cultura de la Bahía de Todos los Santos. Construido antes que la propia ciudad, el faro constituye un bonito ejemplar de la arquitectura militar portuguesa del siglo XVI. www.museunauticodabahia.org.br

 

Memorial hermana Dulce

«Venga a emocionarse con la historia del ángel bueno de Brasil». Con una obra social increíble, la historia de la gran devota de San Antonio es contada en el convento en el que pasó su vida. www.irmadulce.org.br

 

Fundación Jorge Amado

Está situada en la praça do Pelourinho, donde tuvieron lugar gran parte de las historias del escritor, que fue también el autor de la ley de libertad de culto que protege el candomblé. Paseamos por los numerosos títulos de su obra, por el traje de la Academia de Letras, la máquina de escribir y la vitrina en la que se encuentran las camisetas que muestran su amor por su país tropical.

 

Casa Rio Vermelho. Vida y obra de Jorge Amado y Zélia Gatai

Acaba de ser inaugurada, y para los fans del escritor es una emoción muy grande poder pasear por el jardín en el que están depositadas las cenizas de Jorge Amado, el eterno candidato brasileño al Nobel de literatura. La propuesta es que se conozca al hombre y a los objetos que recogió por el mundo. La casa tiene una historia viva. Amigos como Calasans Neto, Carybé, Verger o el ceramista Udo Knoff también dejaron su impronta, en un azulejo, en una puerta o en una ballena hecha de canicas. www.jorgeamado.org.br

 

10 — «Quem vem pra beira do Mar» (Quien viene a la orilla del mar)