La Ciudad de las Cien Torres

Se dice que Praga es la «ciudad de las cien torres», pero el recuento oficial supera ampliamente este número. Son sobretodo miradores, iglesias, catedrales, puestos militares (e incluso antenas de televisión) que quedan como testimonio de la larga historia de la ciudad. Vale la pena viajar por los barrios y aprovechar los puntos altos de cada uno.
Por plazas y callejuelas medievales 

Todo el centro histórico de Praga ha sido clasificado como Patrimonio Mundial por la Unesco. Cabe referir que esta zona abarca varios barrios de importancia histórica —en verdad, casi toda la ciudad— que representan un patrimonio incalculable de arquitectura y urbanismo.

El epicentro es la Ciudad Vieja (Staré Město), cuyas calles van desde el inicio de la gran plaza Wenceslao hasta las orillas del río Moldava. Es tal vez la zona que comprende el mayor número de lugares emblemáticos, quitando el castillo, del otro lado del río.

Empezamos inevitablemente por la Plaza de la Ciudad Vieja (Staroměstské náměstí), lugar con unos orgullosos 900 años de historia. Aquí podemos encontrar, además de la estatua de Jan Hus, gran figura checa de la reforma protestante, dos de los mayores iconos de la ciudad.

En uno de los lados de la plaza, está situado el edificio del antiguo ayuntamiento. La torre de 66 metros fue construida en el siglo XIV y proporciona una de las mejores panorámicas. En una de sus paredes, junto al suelo, el reloj astronómico medieval Orloj atrae diariamente a grupos de turistas. Sobre todo cuando las campanas tocan y empiezan a bailar las diversas figuras del reloj.

Del otro lado, se encuentran las inconfundibles torres góticas de la iglesia de Nuestra Señora de Týn. Su interior, no obstante, es de inspiración claramente barroca y posee el órgano más antiguo de la ciudad. No es de extrañar que sea un escenario privilegiado para conciertos de música clásica, como sucede con varias iglesias de Praga.

Salimos de la plaza y continuamos por las calles estrechas. Más discreto, pero no por ello menos carismático, es el reloj de la torre de la vieja sinagoga de Josefov. No está abierta al público, pero el barrio judío de Praga tiene otros puntos de interés que forman parte de cualquier itinerario: el Museo Judío, la Sinagoga vieja nueva y las más de 40 000 tumbas centenarias del antiguo cementerio

Prepárese para encontrarse en Josefov con la estatua de la gran celebridad de la ciudad: Franz Kafka. Y, a pocas calles de distancia, está la casa en la que nació el escritor de origen judío. Pero no se quede aquí, del otro lado del Moldava podrá también visitar el Franz Kafka Museum.

Y si cree que en Staré Město ya lo ha visto todo, no se equivoque. Caminando en dirección al río, las paredes blancas y la cúpula verde de la Torre Astronómica (68 m) anuncian una nueva reliquia. Se trata del complejo de Klementinum, donde las extraordinarias salas barrocas albergan los más de 20 000 volúmenes de la Biblioteca Nacional de la República Checa.

Estamos casi llegando al famoso puente Carlos (Karlův most), el más antiguo de todos y el que lleva el nombre del rey emperador que convirtió a las tierras checas en una de las más prósperas y cultas de Europa. Pero antes de ver las 30 estatuas de santos que la decoran, no podemos ignorar la Torre de la Pólvora (Prašná brána). Usada históricamente en el ritual de coronación de los antiguos reyes, delimita las calles del casco antiguo.


Todo hacia arriba


En la otra orilla del río, somos recibidos por otras dos torres de estilo románico. En la llamada Ciudad Pequeña (Malá Strana) empiezan a notarse las diferencias. Existe un nuevo toque imperial en las fachadas trabajadas al gusto del siglo XVIII, los cafés, los restaurantes y los hoteles de lujo, los jardines y el entorno del castillo.

Destaca, incluso cuando se ve desde el otro lado del río, una cúpula de 20 m de diámetro. Pertenece a la iglesia de San Nicolás, una joya barroca soñada por jesuitas y construida a lo largo de tres generaciones de arquitectos. En el interior absolutamente grandioso de la iglesia se encuentra uno de los mayores órganos de la ciudad, que llegó a ser tocado por Mozart. Tal como en Týn, también aquí hay conciertos casi diarios de música clásica.

Después de subir los 215 peldaños de la torre del campanario de la iglesia y ver Praga desde otro ángulo, hay que seguir el camino del castillo, situado en la colina de Hradčany. Esto significa que nos preparamos para visitar el mayor símbolo de la ciudad y actualmente también sede de la presidencia del país. Conviene ir con tiempo, porque no se trata, en verdad, de un mero castillo.

Fundado en el siglo IX por un príncipe de nombre impronunciable (Bořivoj Přemyslovci), actualmente es un complejo enorme de palacios, estructuras militares, iglesias y mucho más. Las torres de la monumental Catedral de San Vito son el elemento que domina todo el paisaje de la ciudad. La presencia del castillo es tan imponente que se cree que fue la inspiración para la novela de Kafka titulada… «El castillo». Es el mayor del mundo según el libro de los Guiness.

La catedral, obra maestra del gótico y mayor símbolo espiritual de la nación checa, es tan solo el inicio de un largo viaje. Desde el Palacio Real y el Salón Vladislav hasta los magníficos jardines, pasando por la Torre de la Pólvora (¡otra!) y la Basílica de San Jorge, lo ideal es pasar un día entero explorando todos los rincones del castillo. En medio está el viñedo más antiguo de la República Checa, un Museo del Juguete, y las ineludibles casas de la Vía Dorada, que tuvieron algunos residentes famosos, entre los que se encuentra… Kafka, ¡cómo no!

Es indiscutible que en el castillo están las mejores vistas de Praga. Pero el viaje no termina aquí.


Y ahora, para algo completamente diferente…

Antes de regresar a la otra orilla del Moldava, nos espera una sorpresa. En la colina de Petřín, nos encontramos con una torre de observación de 64 de metros, claramente inspirada en la Eiffel de París. Sí, son 299 peldaños más que es necesario subir. Pero la recompensa es buena, con una nueva perspectiva no solo de Praga, sino también de gran parte de la región de Bohemia.

Vamos después, esta vez por el puente Legión, en dirección a la llamada Ciudad Nueva (Nové Město). Que de nueva tiene muy poco: fue fundada en 1348 por el rey Carlos IV. Y todo empezó con el edificio del nuevo ayuntamiento, famoso por la torre gótica de 70 m y por estar asociado a un conjunto de episodios históricos poco frecuentes: las defenestraciones de Praga.

Fue en el nuevo ayuntamiento donde tuvo lugar la primera defenestración, en 1419. En total, 15 personas fueron arrojadas por la ventana, como consecuencia de un levantamiento popular frente al rechazo de las autoridades en liberar prisioneros husitas —seguidores de la teología de Jan Huss—. La segunda defenestración, también por motivos religiosos, tendría lugar en 1618, en el Palacio Real del Castillo.

Finalmente, llegamos a la Plaza Wenceslao. Verdadero centro comercial y cultural de Praga, en su extremo sur se imponen dos tesoros. En primerísimo plano, la estatua de San Wenceslao encima de un caballo, la más importante de la ciudad y, detrás, la gran bóveda del neorrenacentista Museo Nacional.

¿Es suficiente? No. Lo ideal es seguir recorriendo a pie las calles y descubrir en cada esquina una nueva historia. Probablemente, acabará admirando los 216 m de la Torre Žižkov. La antigua torre de televisión es, de lejos, el mayor edificio de toda la ciudad. Hoy en día, ha sido transformado en un innovador centro de arte y restauración.

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